Sobre la participación y organización estudiantil

Entendemos que la educación es un derecho porque es fundamental para que un individuo adquiera los conocimientos necesarios para entender la sociedad y la realidad, para tener independencia, entre otros elementos. A su vez, en el sistema económico y social en el que vivimos, la educación representa una oportunidad porque permite adquirir determinadas herramientas y conocimientos que facilitan una mejor inserción en el mercado laboral, y por tanto, aumentan las posibilidades de tener un trabajo bien pago, estable, con determinados derechos sociales garantizados lo que redunda en una mejor perspectiva en cuanto a las condiciones de vida materiales de las personas.

Por todo esto, la educación es un derecho fundamental, al cual todos los integrantes de nuestra sociedad que quieran estudiar deberían poder acceder, sin importar su nivel socioeconómico. Pero sabemos que esto no se cumple y el derecho a la educación no está garantizado en nuestro país.

En particular a nivel universitario esto se evidencia en diversas cuestiones. En las limitaciones al acceso, donde existen varias carreras con cupos al ingreso, no existen becas suficientes para cubrir la demanda estudiantil, no están cubiertos los materiales de estudio necesarios, el boleto estudiantil tiene costo, y demás. Estos elementos nos muestran que en muchos casos aunque no existe un cobro explícito para ingresar a la Universidad existen diversos costos asociados al estudio que quedan en la órbita privada de los estudiantes o sus familias, por lo tanto aquellos que pueden pagarlos estudian y quienes no, deben salir a trabajar o resignar la idea de realizar una carrera universitaria.

Además, existen otras trabas o limitaciones en las propias condiciones de cursado, haciendo que disten de ser las ideales, muchas veces por cuestiones presupuestales y otras por políticas de enseñanza o similares impulsadas y defendidas por los docentes. Como ejemplos podemos ver la masividad en los cursos, que va totalmente en contra de una educación de calidad, la falta de turno nocturno que no permite a quienes deben trabajar asistir a clase y cursar en condiciones. La existencia de limitaciones como puede ser el límite de cursadas, que restringe la cantidad de oportunidades de los estudiantes para cursar una asignatura, etc.
Como estudiantes no podemos asumir esta realidad, y contemplarla en silencio, necesitamos, y lo hemos hecho en algunas ocasiones, organizarnos para mejorar el acceso y la permanencia en la educación universitaria y así como mejorar nuestras condiciones de estudio.

Las formas de hacerlo y los mecanismos que utilizamos son varios pero en nuestra Universidad y en particular en la Facultad contamos con una herramienta -el Cogobierno- que nos permite incidir y participar en las decisiones que se toman.

El Cogobierno Universitario es una gran conquista de la lucha y la organización, pero muchas veces se plantea que los actores que participamos en él (docentes, egresados y estudiantes) estamos en pie de igualdad, y esto no es realmente así. Los estudiantes somos minoría no solo por la cantidad de votos que tenemos, si no porque quienes conducen y gobiernan son los docentes, con esto no nos referimos solamente a los votos que tienen sino a que la estructura de gestión de la UdelaR los tiene a ellos como piedra angular, son jefes, directores, decanos, etc.

Un factor relevante a destacar, es que nuestros intereses como estudiantes muchas veces se contraponen con los de los docentes. Esto lo vemos en cuestiones concretas, por ejemplo, implementar un nuevo período de exámenes implica que los docentes destinen más tiempo a la enseñanza, preparen otra propuesta de evaluación y corrijan más. Lo que resulta en que en muchas oportunidades los estudiantes en el Cogobierno nos encontremos enfrentados a los docentes y con todas las de perder, tanto en votos como en el peso político de nuestras opiniones o planteos. En consecuencia, las propuestas o iniciativas estudiantiles, más allá de que puedan significar mejoras para nuestra educación, en varias instancias dependen de la buena voluntad de los docentes.

Por ende, un rol importante juegan quienes llevan adelante los planteos estudiantiles, nuestros delegados. Ya que necesitamos que quienes nos representen en diferentes espacios, sean capaces de defender nuestras ideas y propuestas con firmeza, sin importar contra quienes deban enfrentarse y dejando de lado sus intereses individuales.

Pero aún más importante es el rol de todos los estudiantes, porque no alcanza con tener tres de los doce votos en el Consejo de Facultad o dos de los seis votos en una comisión de carrera para lograr.